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lunes, 31 de mayo de 2010

La maldición de Ondina

En esta ocasión, la Dra. Consuelo Morgado, investigadora de la Universidad Veracruzana, contribuyó con un escrito bien interesante sobre la respiración y el sueño. Ojalá y sea de su agrado. Y tercera llamada…comenzamos!

La maldición de Ondina

En algunas mitologías y sobre todo en el folklore europeo, las ondinas (del latín unda, ola) son ninfas asociadas con el agua, generalmente descritas como hadas. Las ondinas son seres inmortales que tendrán alma si se enamoran de un mortal y dan a luz a su hijo. En 1812 el autor alemán Friedrich de la Motte Fouqué escribió la novela Undine. En esta obra, Ondina, una ninfa acuática se enamora de un caballero muy apuesto, Sir Lawrence, con quien se casa. Sir Lawrence jura a Ondina amor y fidelidad. Un año después, Ondina da a luz al hijo de Sir Lawrence, y desde ese momento pierde la inmortalidad y comienza a envejecer. Al paso del tiempo, mientras la belleza física de Ondina disminuye, Sir Lawrence pierde interés en ella y le es infiel. Una tarde, mientras Ondina caminaba por los establos, escucha un ronquido conocido. Cuando entra al establo, Ondina encuentra a su esposo dormido en los brazos de otra mujer. Enfurecida, apunta el dedo hacia su marido; él se despierta como si hubiese sido súbitamente golpeado. Ondina lo maldice diciendo: “tu juraste serme fiel en cada respiración mientras estuvieras despierto y yo acepté tu juramento. Entonces así será. Mientras estés despierto, respirarás, pero en cuanto duermas, tu respiración será tomada y morirás!!!!


¿Y las neurociencias?

Y alguno estará pensando: Que absurda historia, la respiración es una función autonómica en la que no se involucra la conciencia!!! Seguro Friedrich de la Motte Fouqué no imaginó que su historia daría nombre a una forma seria de apnea del sueño. La maldición de Ondina (en inglés: Ondine’s curse) es el nombre común del síndrome de hipoventilación central en el cual los pacientes pierden el control autonómico de la respiración, lo que resulta en la necesidad de iniciar concientemente cada respiro. Durante la vigilia, la ventilación (intercambio de gases en los pulmones) es normal, pero al dormir los pacientes sufren hipoventilación debido a que su respiración es poco profunda aunque con frecuencia normal. Al igual que el esposo infiel de Ondina, si los pacientes de este síndrome no son tratados, morirán al dormir.

La maldición de Ondina es un síndrome típicamente congénito, aunque en raras circunstancias puede aparecer después de un trauma severo o infartos en el tallo cerebral o por la presencia de tumores. Se cree que ocurre desde 1 en 10 000 hasta 1 en 200 000 nacimientos. Los niños nacidos con este síndrome generalmente presentan otras afecciones relacionadas con el mal funcionamiento del sistema nervioso autónomo, tales como obesidad y disfunción hipotalamica.

Pero, qué estructuras en el cerebro están involucradas en el síndrome de hipoventilación central? Bueno, pues se sabe que las áreas involucradas en la generación y regulación del ritmo respiratorio se encuentran en el tallo cerebral. En la década de los 90 se identificó en roedores una pequeña región llamada complejo preBötzinger que es la responsable de la generación del ritmo respiratorio. En roedores, este pequeño núcleo puede ser estudiado tanto en el organismo entero (estudios in vivo) como en rebanadas de tejido de tallo cerebral que lo contienen (estudios in vitro). Lesionando este núcleo en ratas adultas, McKay y colaboradores (Nat Neurosci, Vol 8, 2005) observaron que, 5-6 días después de la lesión las ratas respiraban bien durante la vigilia pero presentaban apnea severa durante el sueño de movimientos oculares rápidos (MOR, video). En el día 7 las apneas estaban presentes también durante el sueño no MOR, y para el día 9 las ratas respiraban de manera marcadamente anormal incluso en la vigilia. Evidentemente el daño causado al complejo preBötzinger por la lesión bilateral es tan severo que el ritmo respiratorio es completamente eliminado. Con lesiones menos severas, unilaterales, las ratas desarrollan apnea durante el sueño MOR pero conservan respiración normal en la vigilia (MacKay y Feldman, Amer J of Resp and Critical Care Med. Vol 178, 2008).



Si bien estos estudios demuestran la relevancia del complejo preBötzinger para la generación del ritmo respiratorio, no explican el vínculo entre la generación del ritmo y la necesidad de iniciar de manera conciente cada respiro en los pacientes del síndrome de hipoventilación central.

¿y que pasa en los seres humanos?

Usando técnicas de resonancia magnética, Kumar y colaboradores (J Neurosci Res, 2010) analizaron el daño axonal en áreas rostrales del cerebro en pacientes de SCHC. Estos autores describen daño axonal en varias áreas cerebrales rostrales como: cuerpo calloso, corteza prefrontal derecha, fornix anterior, hipotálamo, corteza orbitofrontal, hipocampo anterior, amígdala, núcleo caudado, corteza insular, núcleo accumbens, parte inferior de los lóbulos temporales y corteza occipital. Si bien estos resultados no explican directamente la necesidad de hacer conciente la respiración, sugieren que áreas importantes para el aprendizaje, la memoria y el movimiento se encuentran dañadas. Sin embargo, es imposible saber si el daño en estas estructuras es causa o consecuencia de la hipoxia (baja oxigenación cerebral) resultante de la hipoventilación. Estos hallazgos sí podrían ayudar a explicar los problemas cognitivos y motores en pacientes de SCHC que han sido reportados por otros autores. En 2004, Vanderlaan y colaboradores (Pediatr Pulmol. Vol 37) estudiaron a 196 niños con SCHC. Encontraron que 45% tenían cierto retraso en el desarrollo, 30% sufría alguna forma de problema de aprendizaje; 13% mostraba deficiencias de atención; 51% tenia deficiencias en el habla y 45% algún tipo de retraso en el desarrollo motor.


Aunque para estos niños y sus padres este síndrome parece verdaderamente una maldición, quizá Ondina no contempló que además de la apnea en el sueño, los pacientes de SCHC tienen una tolerancia a hipoxia (disminución anormal de los niveles de oxígeno en la sangre) e hipercapnia (aumento anormal de las concentraciones de bióxido de carbono en sangre) que los pondría en la escala de superhéroes. En personas sanas, existe un reflejo conocido como “hambre de aire” (en inglés “air hunger”) que es la imperiosa necesidad de respirar profundo después de sostener por algún tiempo la respiración. Quizá cuando eras niño jugaste en la alberca a “aguantar la respiración” bajo el agua. Entonces recordarás la necesidad de tomar un respiro profundo para recuperarte. Si bien uno puede entrenarse para pasar mas tiempo sin respirar y “retrasar” el reflejo, los pacientes con SCHC no experimentan “hambre de aire”. Algunos buzos profesionales de élite que normalmente hacen inmersiones sin tanque de oxígeno pueden “aguantar” la respiración hasta 11 min. En un estudio con 4 buzos (Binks y colaboradores, Respir Physiol Neurobiol. Vol 159, 2008) en el que se les ventiló mecánicamente por 5 min con niveles crecientes de bióxido de carbono para simular una inmersión, se mostró que, si bien 3 de ellos se habían entrenado para retrasar el “hambre de aire”, al final de la prueba tenían urgencia por respirar y cierto grado de malestar físico. Sin embargo, un buzo en particular no sentía la urgencia de respirar y no reportaba sentir ningún tipo de malestar al final de la prueba. Al analizar su historia clínica, se concluyó que padecía una forma leve de la maldición de Ondina, que en su caso, lejos de ser una maldición le otorgaba cierta ventaja sobre los demás buzos. Lo malo por supuesto es que siempre correrá el riesgo de morir asfixiado, eso si, sin ningún tipo de malestar, sin enterarse siquiera! Creo que después de todo, si que pudiera ser una maldición mas que una ventaja atlética.

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