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lunes, 10 de mayo de 2010

Una siestecita para aprender mejor.

¿Alguna vez te has quedado horas estudiando por la noche para algún examen del día siguiente?, la verdad yo si lo llegué a hacer. Pero siempre que lo hacía existía el terror de que pasara lo peor: ¡tanto estudiar para quedarme dormido y no poder levantarme al día siguiente!. Claro que existe también otro problema latente con el estudiar en frieguita una noche antes del examen: que no se te pegue nada en la memoria y llegues al examen en blanco. El problema de no despertarte se puede solucionar poniendo un buen reloj despertador, o de plano diciéndole a tu mamá que te eche un cubetazo de agua (así además de despertarte, ¡ya te bañaste!). Ahora que el otro problema, el de que no se te pegue nada de lo que estudiaste, ese tal vez solo se pueda solucionar con una buena dormida.

De cómo aprender oratoria en la antigua Roma



La relación entre el aprendizaje y el sueño se intuía desde hace muchísimos años. Se sabe que desde la antigua Roma, Quintiliano decía que lo que no se podía repetir de memoria en una primera instancia, seguramente se podría repetir al día siguiente, ya que el tiempo, que es el mismo que se piensa contribuye al olvido, también causa que se fortalezca la memoria. Aquí la traducción al inglés hecha por el Reverendo John Selby Watson en 1856 de los textos de Quintiliano encontrados por Poggio Bracciolini en la abadía de St. Gall en 1416:


Aprendizaje y Sueño

Ahora bien, ya se ha demostrado ampliamente que dormir después de aprender algo es benéfico para el desempeño posterior. Incluso se sabe que la actividad neuronal relacionada al aprendizaje se vuelve a expresar durante el sueño. Sin embargo aunque se han hecho avances formidables en el campo de las neurociencias para entender la relación entre el aprendizaje y el sueño, poco se sabe de si existe una relación entre las ensoñaciones (lo que comúnmente se conoce como “soñar”) y el aprendizaje. Justamente el grupo de Robert Stickgold (Wamsley y cols), publicaron un artículo que se llama “Dreaming of a learning task is associated with enhanced sleep-dependent memory consolidation” (Current Biology Abril 2010). Estos autores se preguntaron si soñar acerca de la experiencia del aprendizaje estaría asociado a una mejoría en una tarea de memoria espacial dependiente del hipocampo. Para probar su hipótesis entrenaron a un grupo de sujetos en una tarea de navegación espacial y después los re-evaluaron 5 horas después del entrenamiento original. Los autores encontraron que la mejoría en el desempeño durante la evaluación estaba fuertemente asociada con sueños que contenían imágenes relacionadas a la tarea que algunos sujetos tuvieron durante una siesta que se echaron entre el entrenamiento y la evaluación. En contraste, sujetos que no se echaron esa siesta, pero que siguieron pensando en la prueba, no mostraron esa mejoría.



Tonses que, ¿duermo o llego desvelado al examen?... pus de perdis échate una siestecita en el metro camino a la universidad!

Estos resultados sugieren entonces que la consolidación de la memoria se facilita por la reactivación offline de memorias recientemente formadas, y que la experiencia de soñar pudiera estar reflejando esos procesos de re-consolidación. Entonces, este estudio confirmaría que es bueno dormir para amacizar lo que hemos aprendido, pero no solo eso, sino que lo que soñamos estaría relacionado a esos procesos. Total, que lo que decía Quintiliano desde la antigua Roma sigue estando tan vigente como lo que seguramente te ha dicho tu mamá: Ya mejor vete a dormir porque lo que no tuviste las ganas de aprender durante todo el semestre, difícilmente lo podrás aprender en una noche antes del examen….


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