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martes, 21 de junio de 2011

Un futuro mas brillante, o de cómo ser mas perspicaz

En el blog anterior especulé sobre la tentación de incrementar nuestra capacidad mental de manera artificial, lo que nos habla de la avidez para conseguir un mayor rendimiento intelectual. Y eso no solamente para nosotros, sino también para nuestra descendencia. Basta con ver toda la cantidad de productos que se venden para estimular a los pequeñines prácticamente desde el vientre materno, todo con la intención de convertirlos en los futuros Mozarts o Einsteins. Sin embargo la realidad es que esto es bien difícil. Para empezar habría que definir que es la inteligencia. De acuerdo a los postulados de Raymond Cattel es posible identificar dos tipos de inteligencia, la fluida, que es la capacidad de pensar lógicamente y resolver problemas en situaciones novedosas, y la cristalizada, que es la habilidad de usar el conocimiento, habilidades y experiencias acumuladas. En otras palabras una es nuestra capacidad de razonar, mientras que la otra es claramente dependiente de las experiencias educativas y culturales. De acuerdo a esto siempre es posible cultivar la inteligencia cristalizada, mientras que la inteligencia fluida se mantiene constante... o por lo menos eso se pensaba.



En el último número del Proceedings of the National Academy of Science, Susanne Jaeggi, Martin Buschkuehl, John Jonides y Priti Shah acaban de publicar un artículo que promete ser un parteaguas en el estudio de la inteligencia. En su artículo titulado Short- and long-term benefits of cognitive training (Los beneficios a corto y largo plazo del entrenamiento cognoscitivo) estos autores demostraron que es posible modificar la inteligencia fluida utilizando una tarea cognoscitiva a modo de entrenamiento mental.

¿Que hicieron?

A sabiendas de que la memoria de trabajo es un componente fundamental de la cognición, estos autores utilizaron una tarea llamada “n-back”, es decir “n-atras”. Para entender el nombre hay que saber de que se trata: en esta tarea se presentan una lista de estímulos uno tras otro, y lo que el sujeto tiene que hacer es atender los estímulos y responder cuando un estímulo es igual al que se presentó “n” items atrás, normalmente siendo, 1, 2 o 3 items atrás. Bueno, pues estos investigadores se fueron a unas escuelas primarias y secundarias del área de Detroit y entrenaron a 62 niños en un periodo de un mes utilizando esta tarea de “n-back” durante 15 minutos diarios. Claro que para que fuera mas divertida la diseñaron en forma de videojuego, donde los niños tenían que localizar donde había brincado una ranita en unas piedras o diseños similares, y les daban tokens de recompensa cada vez que acertaban.



Obviamente los investigadores midieron la inteligencia de los niños antes y después del entrenamiento, y encontraron algo muy interesante. Los niños que no progresaron en el juego, es decir no incrementaron su capacidad de “n-back”, no mostraron cambios en el test de inteligencia, sin embargo, los niños que si progresaron en el juego subieron significativamente su nivel de inteligencia fluida, lo que implica que el entrenamiento de su memoria de trabajo se transfirió positivamente en un incremento a este tipo de inteligencia. Otro dato bien interesante es que al volver a evaluar a estos jóvenes tres meses después de terminado el entrenamiento, aún se encontró su efecto positivo.


Los autores terminan su artículo diciendo que para ellos ya no hay que preguntarse si este tipo de entrenamientos cognoscitivos pueden mejorar la inteligencia, sino mas bien enfocarse a investigar que tipo de entrenamientos son los mejores, y que individuos serían los mas susceptibles de mejorar. La verdad es que creo que estos resultados están padrísimos, porque se podría empezar a explorar si niños con problemas de aprendizaje se pudieran beneficiar mediante el entrenamiento de tareas cognoscitivas diseñadas ad hoc para su problema en particular, y que dicho entrenamiento realmente se convierta en un incremento global, y no únicamente sean expertos en esa tarea en particular. Finalmente parece ser que, contrario a lo que se pensaba, si pudiera ser posible ayudar a estos niños a mejorar su razonamiento abstracto y a poder desenvolverse mejor en ambientes y situaciones novedosas.


martes, 14 de junio de 2011

El Clembuterol y la pesadez mental, o de como llegar a la selección o al SNI.

El otro día viajé de Xalapa al Distrito Federal para hacer unos estudios de imagenología cerebral en un renombrado Instituto de Investigaciones, así como para arreglar unos papeles en mi Alma Mater. Pues después del viaje, de los experimentos y de los tramites, finalmente quedé de verme con un buen cuate para cenar. Pues resulta que en el restaurante donde cenamos había televisiones por doquier que estaban por transmitir un partido de la selección. Como algunos de mis lectores sabrán, soy fan del futbol, y mucha fue mi sorpresa al enterarme que un quinteto de jugadores había sido excluido del equipo, ni mas ni menos, por haber salidos positivos en una prueba de antidoping. ZAZ!, pensé, como es posible que estos jugadores que fueron seleccionados de entre cientos, pudieran haber salido positivos a una sustancia prohibida como el clembuterol!, ¿pues que son tan tontos como para creer que no los detectarían?. Sin afán de juzgarlos, o de intentar explicar el fenómeno de la famosa carne -a la cual estamos expuestos todos los mexicanos- decidí explorar en este blog esa necesidad de incrementar las capacidades mediante aproximaciones poco naturales, o dicho de otra manera, mediante alguna pastillita mágica que ayude a mejorar el desempeño.

 



Es bien sabido que un punto crítico de las competencias deportivas es que los participantes se desempeñen por sus propios medios, sin ayudas externas que les den ventajas artificiales sobre sus competidores. Porque, que chiste tendría un boxeador que debajo del guante tuviera unas nudilleras de acero para noquear a su oponente. Bueno, pues el punto aquí es que actualmente no solamente existen fármacos que ayudan a los deportistas de forma artificial, sino que también existen fármacos para ayudar al desempeño cognoscitivo. Si, así es. Y no es de extrañar, pues, ¿quién no se ha tomado una tacita de café en la mañana para despertar?. Eso... ¿será trampa? Porque, ¿que tendría de malo ayudar a estar mas ágil mentalmente con un par de tazas de café? Probablemente no mucho, pero claro, después de eso vienen las bebidas “energetizantes”, que pues tienen entre otras cosas altas dosis de cafeína. Y bueno, si ya estamos hablando de eso, ¿pues que tal un anfetaminazo, o un ritalinazo?.



Pues este asunto tan interesante fue recientemente tratado por Steven Hyman, de la Universidad de Harvard, y publicado en el número de Febrero de este año en Neuron bajo el título “Cognitive Enhancement: Promises and Perils”. En este artículo Hyman discute el uso de fármacos que han sido diseñados originalmente para tratar alguna condición mental, y que a lo largo – o corto- del tiempo, han comenzado a ser usados por gente saludable con el propósito de conseguir algún beneficio cognoscitivo. Incluso discute los pros y contras, así como las guerras políticas para promover el desarrollo de los polémicos “cognitive enhancers”.



Bueno, pues a todo esto, si un científico comenzará a tomar un fármaco que incrementara su habilidad cognitiva, ¿sería descalificado para el SNI?, o ¿el bien producido por su incremento en su productividad justificaría su uso?, sea como sea, a sabiendas de que aún no se sabe el posible efecto del uso a largo plazo de esos fármacos, pues lo mejor será apegarse al cafecito, o en su defecto a la cocacolita, para no quedarse dormido y estar bien atentos en esos largos días en los que nos quedamos hasta tarde analizando datos, o escribiendo artículos.



Y bueno, finalmente, si está tan penalizado el uso de esas sustancias que incrementan artificialmente el desempeño, valdría la pena preguntarse...¿debería de estar prohibido el uso de la pastillita azul que permite el incremento de ciertas habilidades que van literalmente decayendo con la edad, o eso descalificaría el momento?... no lo se, ojalá y me queden muchos años mas para ponderar adecuadamente ese dilema!.