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viernes, 1 de marzo de 2019


¿Ver para creer?

En esta ocasión voy a compartir un ensayo muy didáctico de Amanda Chirino sobre el problema de ceguera al cambio, espero les guste.  

La Ceguera al Cambio


Después de haber invertido gran parte de mi vida en ver Los Simpson, no podría más que sorprenderme al consultar la página www.moviemistakes.com y encontrar que se reportan alrededor de 1375 errores de continuidad en la serie. Es decir, que de las 1375 ocasiones en que un personaje u objeto aparecía en una escena y desaparecía de forma súbita y sin razón a la siguiente escena o bien cambiaba de posición o color sin justificación, yo no me percataba de que esto estuviera ocurriendo; y al ser una fiel seguidora de la serie, no podría decir que esto se debió precisamente a mi falta de atención a algún capítulo que veía por tercera ocasión.


Pero, ¿cómo puede ser posible que después de tantos años no me haya percatado de estos detalles? Bueno, analizándolo un poco más, esto no es algo muy sorprendente, pues la mayoría de las persona consideramos que nuestro sistema visual es infalible y suponemos que poseemos un acceso ilimitado a la información visual, probablemente porque tenemos la sensación de que la visión nos da un acceso fácil e inmediato a todo lo que hay en el mudo externo. Sin embargo, la idea de que nuestras capacidades de abstracción visual nos permiten distinguir cada cambio que se produce en el entorno no es del todo correcta, lo que se hace evidente en los “errores” de la vida cotidiana, desde pasar por alto faltas de continuidad en una serie de televisión, hasta aparatosos accidentes aéreos, como el del Airbus francés AT320-111 que se estrelló por lo que se supone fue un error del piloto al omitir un cambio en la señal de la computadora que controlaba el vuelo.  
Para explicarse este fenómeno denominado “ceguera al cambio”, Daniel T Levin y Daniel J Simons de la Universidad de Cornell en Nueva York, llevaron a cabo un experimento en 1977 titulado “Failure to detect changes to attended objects in motion pictures” en la revista  Psychonomic Bulletin & Review, 4(4), 501-506, en el que pretendieron probar que la “ceguera al cambio” no solo ocurría en los objetos  con una ubicación azarosamente elegida en una escena, sino también en los objetos que ocupaba el mayor centro de atención.

¿Y qué hicieron?

Bueno, estos investigadores construyeron dos películas de corta duración, la primera consistía en dos mujeres que conversaban en un restaurante, la primera escena mostraba a ambas actrices conversando, posteriormente se hacía un close up a cada una de ellas y finalmente se les mostraba de nuevo a ambas. Entre cada escena se introdujeron 9 cambios a los elementos de la misma, que iban desde cambios en el color de los platos, hasta cambios en los accesorios que portaban las actrices. La segundo película mostraba a una persona que se levantaba de un escritorio a contestar el teléfono. Durante esta película se cambio de actor entre la escena en  que la persona se levanta del escritorio y la escena en donde contestaba el teléfono.





Cada película fue mostrada a un grupo de sujetos, pidiéndoles solamente que prestaran mucha atención. Después de la primera película se les preguntó a los sujetos si habían notado alguna diferencia entre una escena y otra, que consistiera en que la posición del cuerpo, la ropa o los objetos hubieran cambiado súbitamente. En caso de que contestaran que sí, se les pedía que describieran cual había sido el cambio. Finalmente se les informaba cuales eran los cambios que existían entre cada escena y se les presentaba la película por segunda ocasión para que reportaran los cambios que hubieran detectado. En lo que respecta a la segunda película, se les pidió a los sujetos que hicieran una breve descripción de la misma, y solamente en caso de que en esta descripción mencionaran el cambio de actor, el experimentador les preguntaba de manera directa si se habían percatado de ello.

¿Y las personas notaron los cambios en las escenas?

Después de presentar la primera película, solamente 1 sujeto logró notar 1 solo cambio de los 9, y por cierto su descripción del mismo fue algo vaga; cuando se puso la película por segunda ocasión los sujetos detectaron en promedio 2 de los 9 cambios presentados. Respecto a la segunda película, solamente el 33% de los sujetos se percataron del cambio de actor, aunque los sujetos que no se percataron de este cambio reportaron una descripción sumamente detallada de otros aspectos de la película.  

¿Y qué significa esto?

Esto significa que hemos estado sobrevalorando un poco las capacidades atencionales de nuestro sistema visual. Es interesante mencionar que cuando Levin, Momen y Drivdah (2000) explicaron este experimento a 300 estudiantes de psicología el 76.3% de ellos aseguró que hubieran notado los cambios en la primera película y el 90.5% tenían la firme convicción de que hubieran notado el cambio de actor durante la segunda película, lo que nos sugiere que la “ceguera al cambio” viene acompañada de una “ceguera a la ceguera al cambio”.

Ahora bien, ¿por qué nuestro sistema de atención visual no es tan infalible como creemos? Una posible explicación reside en que la atención es un proceso limitado, debido a que el cerebro no tiene la capacidad de procesar por completo toda la información que recibe, siendo por ello, tan útil para la explicación de este proceso la metáfora de generar un foco atencional. El punto es que los cambios, incluso los más notorios y que se encuentran dentro del foco atencional de un escena, pueden no ser notados, especialmente cuando la información espacio-temporal sugiere continuidad (como en la película), por lo tanto, tal como mencionan Levin y Simons (1997),  pareciera que atender a una escena es necesario pero no suficiente. Aun cuando prestamos atención a los objetos puede que no nos formemos una representación completa de ellos; a menos que las propiedades de cada objeto en la escena sean intencionalmente codificadas a través de un procesamiento en serie de cada uno de los elementos de la escena, que finalice cuando el proceso de búsqueda encuentre aquellos elementos que han cambiado. Lo anterior, parece poco probable de hacerse en el breve tiempo en el que se cambia de una escena a otra para generar la sensación de continuidad; lo que significa que probablemente siga viendo nuevas temporadas de Los Simpson sin darme cuenta que Maggie ha desaparecido abruptamente de la escena.