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jueves, 24 de enero de 2013

¿Dónde dejé las llaves?




Cuántas veces nos pasa, o nos ha pasado, que olvidamos dónde dejamos las llaves y antes de salir rumbo al trabajo o a nuestra escuela estamos buscando como locos nuestro llavero por todos lados de la casa y, comúnmente, recurrimos a preguntarle a quien(es) vive(n) con nosotros ¿Che… no viste mis llaves?. Bueno, pues en esta ocasión Mariana Carasatorre del curso de Introducción a las Neurociencias Cognoscitivas revisó este tema. A continuación su contribución a este Blog.

¿Por qué existe esa tendencia a olvidar la ubicación de los objetos?

Una de las preguntas claves es sobre cómo tratamos la información que le da identidad al objeto, como por ejemplo el color y la forma, o incluso la información de su ubicación, como el estar sobre la mesa, a un lado de la cocina, etc. A pesar de que se han encontrado neuronas en la corteza frontal que pueden responder tanto a la información de identidad como a la de ubicación de los objetos pensamos que es posible que ambos tipos de información se almacenen de forma separada en el cerebro. Esto debido a que en los resultados de experimentos conductuales en donde los sujetos han de seguir objetos, los participantes muestran una mejor memoria de la ubicación de los objetos que de sus características visuales (Pylyshyn, 2004). También, se ha observado que el recuerdo sobre la ubicación de un objeto no interfiere con la información acerca de la identidad del objeto. Finalmente, con imagenología cerebral de resonancia magnética funcional se ha encontrado que las tareas de identificación visual activan diferentes áreas a las tareas de ubicación de los objetos. Este procesamiento independiente de estos dos tipos de información implica que para poder recordar la ubicación de un objeto necesitamos que el cerebro las integre de alguna manera.
Este problema de la integración de diferentes propiedades de los objetos en la memoria de trabajo nos puede ayudar a resolver porqué tendemos a olvidar dónde dejamos las llaves. Recientemente, en un estudio publicado en la revista PLoS-One por Pertzo, y colaboradores en el 2012 estudió este problema, analizando el efecto del olvido en la distribución de errores relacionados con la ubicación e identidad de los objetos.

¿Qué hicieron?

En un primer experimento, en la primer fase, le presentaron a los participantes (sujetos humanos) imágenes de figuras conocidas en una pantalla (de 1 a 4 imágenes) y después de un “intervalo de retención” (esto es el tiempo entre la muestra y la prueba) de unos cuantos segundos, en la segunda fase, las imágenes fueron nuevamente presentadas en ubicaciones distintas a las originales y a los participantes se les pedía que reubicaran las imágenes en los lugares que originalmente tenían.

¿Qué encontraron?

Lo primero que encontraron es que la cantidad de errores, medidos mediante la distancia que había entre la ubicación original y la ubicación seleccionada por el sujeto, incrementaba linealmente con el número de objetos que se presentaban en la prueba. Además observaron que la secuencia en la que se presentaban los objetos era una variable importante, observándose que tanto el primer objeto de la secuencia como el último se recuerdan mejor.  Lo interesante es que cuando analizaron los errores de ubicación, encontraron que la selección de la ubicación en la segunda fase estaba determinada por la ubicación de los otros objetos en la primera fase. A estos errores les llamaron “errores de intercambio”, lo que significa que los sujetos intercambiaban la ubicación de un objeto por otro. Lo curioso es que estos errores de ubicación estaban provocados por los otros objetos y no se debía a una elección aleatoria de la ubicación. Esto implica que se reconocía la ubicación, pero no el objeto vinculado con ella.

¿Y qué hicieron después?

Probablemente el hallazgo más sobresaliente fue lo que encontraron con la segunda tarea, en la cual podían distinguir entre la memoria de la identidad del objeto y la memoria de la ubicación. Y además estudiaron el efecto del intervalo de retención. Esta tarea consistía en presentar de 1 a 4 objetos en la muestra, y después de un intervalo de retención de 1 o 4 segundos, se les presentaba un objeto previamente presentado junto con otro nuevo, ambos en nuevas ubicaciones. Se le pedía al sujeto que eligiera el objeto que había estado previamente presente y lo ubicara en donde este estaba (ver la Figura A).



¿Y cuál fue el resultado?

Lo que encontraron es que el número de errores que cometían con la identificación de los objetos se afectaba poco con el incremento en la cantidad de objetos o el intervalo de retención (ver línea azul en contraste con la línea roja Figura B).  Por otro lado, al analizar los errores de ubicación medidos mediante la distancia original del objeto y la distancia elegida por los sujetos, encontraron que estos errores incrementaban notablemente con el número de objetos utilizados, y detectaron evidencia de que el intervalo de retención estaba teniendo un efecto notable en la recuperación del recuerdo de la ubicación de los objetos. La condición control les permitió demostrar, además, que los errores de ubicación eran causados por los 3 segundos extra de retención, reflejando una interacción entre el retraso y el número de objetos, lo que estaba más fuertemente asociado a los errores de intercambio.

Concluyeron así, que:

Un incremento de apenas 3 segundos en el intervalo de retención, es suficiente para afectar el recuerdo de la ubicación de los objetos, especialmente cuando se tienen que recordar muchos objetos. Este incremento en la degradación del recuerdo cuando se memorizan muchos objetos, parece tener que ver con un incremento en la probabilidad de ubicar objetos específicamente en donde estaban ubicados otros objetos.

¿Y qué significan estos resultados?

La interpretación fundamental de estos resultados es que el vínculo entre la ubicación del objeto y sus propiedades que lo definen es fácilmente alterable, particularmente por la presencia de otros objetos y sus diferentes ubicaciones. La idea es que, si llegamos a casa y vamos dejando nuestras cosas en diferentes lugares, es muy probable que todos nuestros objetos personales y los diferentes lugares en donde los dejamos nos ayuden a olvidar la ubicación específica de dónde dejamos las llaves en el contexto de nuestra casa.


La moraleja

Dejá todos los objetos en un solo lugar o acostumbrate a tener un lugar permanente para cada objeto! No pretendas encontrar con facilidad tus llaves si siempre las dejas en un lugar diferente!


Referencias
Pylyshyn Z (2004) Some puzzling findings in multiple object tracking: I. Tracking without keeping track of object identities. Vis cogn 11: 801–822.
Pertzov Y, Dong MY, Peich MC, Husain M. 2012. Forgetting what was where: the fragility of object-location binding. PLoS One;7(10):e48214.