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martes, 14 de junio de 2011

El Clembuterol y la pesadez mental, o de como llegar a la selección o al SNI.

El otro día viajé de Xalapa al Distrito Federal para hacer unos estudios de imagenología cerebral en un renombrado Instituto de Investigaciones, así como para arreglar unos papeles en mi Alma Mater. Pues después del viaje, de los experimentos y de los tramites, finalmente quedé de verme con un buen cuate para cenar. Pues resulta que en el restaurante donde cenamos había televisiones por doquier que estaban por transmitir un partido de la selección. Como algunos de mis lectores sabrán, soy fan del futbol, y mucha fue mi sorpresa al enterarme que un quinteto de jugadores había sido excluido del equipo, ni mas ni menos, por haber salidos positivos en una prueba de antidoping. ZAZ!, pensé, como es posible que estos jugadores que fueron seleccionados de entre cientos, pudieran haber salido positivos a una sustancia prohibida como el clembuterol!, ¿pues que son tan tontos como para creer que no los detectarían?. Sin afán de juzgarlos, o de intentar explicar el fenómeno de la famosa carne -a la cual estamos expuestos todos los mexicanos- decidí explorar en este blog esa necesidad de incrementar las capacidades mediante aproximaciones poco naturales, o dicho de otra manera, mediante alguna pastillita mágica que ayude a mejorar el desempeño.

 



Es bien sabido que un punto crítico de las competencias deportivas es que los participantes se desempeñen por sus propios medios, sin ayudas externas que les den ventajas artificiales sobre sus competidores. Porque, que chiste tendría un boxeador que debajo del guante tuviera unas nudilleras de acero para noquear a su oponente. Bueno, pues el punto aquí es que actualmente no solamente existen fármacos que ayudan a los deportistas de forma artificial, sino que también existen fármacos para ayudar al desempeño cognoscitivo. Si, así es. Y no es de extrañar, pues, ¿quién no se ha tomado una tacita de café en la mañana para despertar?. Eso... ¿será trampa? Porque, ¿que tendría de malo ayudar a estar mas ágil mentalmente con un par de tazas de café? Probablemente no mucho, pero claro, después de eso vienen las bebidas “energetizantes”, que pues tienen entre otras cosas altas dosis de cafeína. Y bueno, si ya estamos hablando de eso, ¿pues que tal un anfetaminazo, o un ritalinazo?.



Pues este asunto tan interesante fue recientemente tratado por Steven Hyman, de la Universidad de Harvard, y publicado en el número de Febrero de este año en Neuron bajo el título “Cognitive Enhancement: Promises and Perils”. En este artículo Hyman discute el uso de fármacos que han sido diseñados originalmente para tratar alguna condición mental, y que a lo largo – o corto- del tiempo, han comenzado a ser usados por gente saludable con el propósito de conseguir algún beneficio cognoscitivo. Incluso discute los pros y contras, así como las guerras políticas para promover el desarrollo de los polémicos “cognitive enhancers”.



Bueno, pues a todo esto, si un científico comenzará a tomar un fármaco que incrementara su habilidad cognitiva, ¿sería descalificado para el SNI?, o ¿el bien producido por su incremento en su productividad justificaría su uso?, sea como sea, a sabiendas de que aún no se sabe el posible efecto del uso a largo plazo de esos fármacos, pues lo mejor será apegarse al cafecito, o en su defecto a la cocacolita, para no quedarse dormido y estar bien atentos en esos largos días en los que nos quedamos hasta tarde analizando datos, o escribiendo artículos.



Y bueno, finalmente, si está tan penalizado el uso de esas sustancias que incrementan artificialmente el desempeño, valdría la pena preguntarse...¿debería de estar prohibido el uso de la pastillita azul que permite el incremento de ciertas habilidades que van literalmente decayendo con la edad, o eso descalificaría el momento?... no lo se, ojalá y me queden muchos años mas para ponderar adecuadamente ese dilema!.
 

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