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lunes, 7 de junio de 2010

De cómo nos engañamos nosotros mismos (y algunas veces nos dejamos engañar por otros)

¿Alguna vez has tenido la sensación de estar haciendo o diciendo algo con lo que no te sientes cómodo porque en realidad sabes que no está en sintonía con lo que realmente piensas? Por ejemplo, vas caminando por la calle y vez en uno de esos omnipresentes estanquillos banqueteros que tienen a la venta aquella película que te morías por ver, pero que te la quitaron de cartelera justo antes de que tuvieras chance de verla. Y entonces piensas, híjole, vale solamente treinta pesitos, pero…. Es pirata. Bueno, pero pues porque no la ponen más barata en las tiendas! si la pusieran más barata la gente no tendría necesidad de andar comprando aquí en la calle…. Y….que haces?



Un parteaguas en Psicología

Bueno, pues hace poco más de cincuenta años se publicó un estudio en el área de la Psicología Social que abrió el camino para comenzar a entender un aspecto crítico de nuestro comportamiento. Leon Festinger y James Carlsmith publicaron en el Journal of Abnormal and Social Psychology (1959) un estudio en el cual demostraban que una meticulosa manipulación experimental lograba cambiar significativamente, de negativa a positiva, la opinión específica que sobre un asunto tenían los sujetos voluntarios.

La justificación de este estudio se basó en reportes previos donde se demostraba que si una persona es forzada a improvisar un discurso a favor de un punto de vista sobre el cual este individuo difiere, entonces su opinión personal se mueve hacia la posición soportada en el discurso. Además dicho cambio de opinión era mayor al de los individuos que solo oyeron el discurso, o a los que se les dio el discurso ya escrito y solamente tenían que leerlo. Sin embargo las conclusiones de esos estudios se basaban únicamente en el papel del ensayo mental y en la creación de argumentos, sin embargo no llegaron a desarrollar el concepto que pudiera abarcar el fenómeno completamente.

¿Disonancia que?

No fue sino hasta que Festinger publicó su libro sobre “Disonancia Cognoscitiva” que arrancó esta nueva era en la Psicología Social. En el artículo que referí arriba, Festinger y Carlsmith estudiaron si era posible que los voluntarios modificaran su respuesta en relación a una opinión que se habían formado sobre un asunto en específico.

A grandes rasgos le pidieron a tres grupos de voluntarios que hicieran una tarea manual super aburrida y monótona durante una hora. Mientras los voluntarios hacían la tarea los investigadores simulaban estar tomando notas del desempeño de los voluntarios para hacer más realista el experimento. Luego les dijeron que el departamento de Psicología estaba tomando encuestas sobre las tareas de investigación que hacían los diferentes investigadores de la facultad y que si por favor pasaban a llenar esa encuesta. Sin embargo antes de eso fingían que la persona que corría los experimentos que ellos acababan de terminar no podía hacer más experimentos y que si los podían ayudar a convencer al siguiente voluntario que la hiciera. Básicamente lo único que tenía que hacer era recibir al siguiente voluntario y decirle que la prueba era padrísima, superdivertida y útil, para que se convenciera de entrarle al experimento. Y solo por eso les pagarían una lana. Entonces pasaban a la sala donde ya estaba el supuesto siguiente voluntario (que en realidad era un ayudante del investigador) y entonces el sujeto trataba de convencer a este pseudo-voluntario de participar. Después de ese episodio, finalmente el sujeto pasaba a la entrevista quesque para evaluar los proyectos de investigación. Lo cual también era parte de este proyecto. Un detalle importante es que había tres grupos experimentales. Uno donde solo hacían las tareas aburridas y luego pasaban a evaluar el experimento – ahí no recibían al pseudo-voluntario, ni recibían nada de dinero-.. Otro donde los sujetos recibían un dólar por su ayuda, y otro donde recibían veinte dólares.


Los resultados fueron bien interesantes. Los que se fueron a evaluar directamente la prueba dijeron en efecto que era aburrida y no tenían deseos de volver a participar. Sin embargo los que recibieron un dólar dijeron que no estaba mal y que podrían seguir participando en experimentos como ese. Y los que recibieron 20 dólares dijeron que si era aburrida y que no tenían deseos de volver a participar. Como explicaron esto los investigadores? Bueno el primer grupo dijo la verdad y no tuvo problemas de disonancia cognoscitiva. El segundo grupo recibió un poquito de dinero, pero acepto mentirle al pseudo- voluntario. Entonces los autores postularon que de alguna forma tenían que justificar su conducta, y esta forma fue autolavandose el cerebro de que pues finalmente no era tan aburrida la tarea. En cambio los que recibieron los veinte dólares no tuvieron disonancia cognoscitiva, ya que literalmente los veinte dólares justificaban su acción. Es decir ellos explícitamente sabían lo que hacían y no tenían que justificarse más que por el dinero en sí.

Tonses ¿si o no?

Este experimento ha sido replicado cientos de veces. Claramente muestra que uno mismo se lava el cerebro para tratar de justificar acciones que termina haciendo, pero que van en contra de sus principios. Entonces la próxima vez que te pares enfrente de un changarrito con mercancía claramente pirata, pues básicamente no te hagas tarugo tu mismo. Tú sabrás donde tienes puestos tus valores.


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