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lunes, 25 de abril de 2011

La letra con sangre entra. Pero duraría mas con una buena recompensa.

Aquellos que fuimos a escuelas tradicionales no nos escandalizaba la máxima de “La letra con sangre entra”, ya que no era raro que el maestro tirara un buen pedazo de gis a algún alumno distraído, o incluso hasta el típico borradorzaso cuando se llegaba a los extremos. Eso sin contar con el reglazo en las manos, o el estar parados en el patio con las manos alzadas durante toda la hora hasta que el maestro se acordaba de que te había mandado castigado. Bueno, pues aunque esas medidas cada vez caen mas en desuso por las nuevas teorías educativas que son mas humanistas, pues no falta el maestro resentido que aún rememora su omnipotencia en el salón de clase sosteniendo esa postura bajo la sangrienta máxima ya mencionada.




Afortunadamente la ciencia actual está ayudando cada vez mas a desbaratar esos mitos populares. Recientemente se acaba de publicar un estudio en Current Biology donde se le da una buena estocada a la idea de que es con el castigo como mejor se aprende. El artículo en cuestión lo escribieron Abe, Schambra, Wassermann, Luckenbaugh, Schweighofer, y Cohen, del National Institute of Neurological Disorders and Stroke, y de la University of Southern California, y se titula “Reward Improves Long-Term Retention of a Motor Memory through Induction of Offline Memory Gains”, que quiere decir algo así como: “La recompensa mejora la retención a largo plazo de la memoria motora a través de la inducción de ganancias mnemónicas fuera de línea”.


¿Que hicieron?

Pues estos investigadores hicieron un experimento bien sencillo. Entrenaron a tres grupos de voluntarios a mover un cursor con forma de cuadrito en una pantalla de computadora. Pero a diferencia del mouse común y corriente, para poder mover ese cursor tenían que apretar un transductor de fuerza. Es decir, apretando un aparatito con el dedo índice y el pulgar lograban que se moviera el cuadrito. Mientras mas fuerte el apretón, mas rápido se movía el cuadrito. El objetivo era meter ese cuadrito dentro de un cuadro mas grande que se movía constantemente, y mantenerlo allí por un periodo de tiempo.

 
Pues los tres grupos fueron entrenados en esta tarea tan sencilla. Pero, ¿Cuál era la diferencia entre los grupos? Pues a un grupo control le dieron 40 dolarucos por participar y listo. A los miembros del segundo grupo -el grupo “castigado”- le dieron 72 dolares al comienzo del experimento, pero cada vez que se equivocaban le descontaban dinero, de tal manera que al final se quedaron con alrededor de 40 dolares. Y finalmente el tercer grupo – el grupo “recompensado”- comenzó con cero dolares, pero les dijeron que a medida que tuvieran éxito les irían dando dinero, de tal manera que al final del experimento también se quedaron con alrededor de 40 dolares.


¿Que encontraron?

Lo que encontraron los investigadores es que los tres grupos mostraron el mismo aprendizaje al final del entrenamiento. Hasta ahí ninguna sorpresa. La siguiente prueba fue a las 6 horas, luego a las 24 horas y finalmente a los 30 días después del entrenamiento. Ninguno de los sujetos en ninguno de los grupos fue expuesto nuevamente a la prueba fuera de estos días. Lo que encontraron los investigadores fue que a las 6 horas los tres grupos seguían ejecutando la prueba bastante bien, pero el grupo que tuvo las recompensas comenzaba a sobresalir. A las 24 horas este mismo grupo mostró mejorías offline (que quiere decir que aun sin seguir entrenando, ¡mostró mejorías!). Bueno, y finalmente a los treinta días, este grupo retuvo las ganancias experimentadas a las 24 horas, mientras que los otros dos grupos mostraron un olvido significativo.




¿Que quiere decir esto?


Estos resultados son indicativos de que los sujetos tienden a consolidar mejor su aprendizaje si son recompensados, a diferencia de los grupos neutros y castigados que, aunque inicialmente aprendieron, olvidaban mas rápidamente lo aprendido. Pero, ¿Por qué ocurre este fenómeno?, bueno, pues lo que se piensa es que los sistemas de recompensa y castigo se manejan de forma diferente en el cerebro. Esto sugeriría que el sistema dopaminérgico del cerebro ejerce una acción que fortalece lo que se aprendió, mientras que el sistema de castigo no tiene este efecto a largo plazo.



Uno podría pensar entonces que aquellas cosas que nos producen gratificación cuando las aprendemos finalmente van a ser mejor recordadas. Esto podría aplicarse a aquella información que aprendemos de forma divertida y con gusto, a diferencia de esa que aprendemos bajo la amenaza de que salga en tinta roja en la boleta de calificaciones. Finalmente uno se acuerda muy bien de cuando y quién le administró el reglazo, pero difícilmente se acuerda de qué demonios se suponía era lo que uno se debía de haber aprendido para evitar ese castigo. En cambio, si que nos acordamos de esas cosas que nos encantaron y que hacíamos con gusto, aun y cuando nos desveláramos horas aprendiéndolas.

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