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sábado, 7 de abril de 2012

La pobreza neuronal o la falta de habilidades sociales.

¿Alguna vez te ha tocado ver cuando la mamá de un chavito que no quiere prestar sus juguetes  llega y le dice a su hijo que no sea egoísta y que tiene que aprender a compartir? En realidad no es una escena poco común cuando los niños son pequeños, sin embargo, a medida que estos crecen poco a poco van realizando acciones mas justas sin que sea necesaria la intervención materna.  De hecho, estas habilidades que los padres van fomentando durante el desarrollo, son finalmente muy útiles para desenvolverse positivamente en la sociedad.



Bueno, pues en el mes de Marzo de este año, Steinbeis, Bernhardt, y Singer del Instituto Max-Planck y de la Universidad de Zurich, publicaron en la revista Neuron un artículo titulado “Impulse control and underlying functions of the left DLPFC mediate age-related and age-independent individual differences in strategic social behavior”, lo que sería algo así como “El control de los impulsos y funciones subyacentes de la corteza prefrontal median las diferencias individuales dependientes e independientes de la edad en la conducta social estratégica”.  Pues este mega título que casi abarca la mitad del blog básicamente quiere decir que estos investigadores midieron que tanto estaban dispuestos 146 chavitos de entre 6.9 y 14.4 años, a compartir una cantidad de dinero dadas dos tipos de situaciones distintas.

¿Que hicieron?

Las situaciones que usaron los investigadores, y que han sido ampliamente estudiadas por los economistas, son el juego del ultimátum y el juego del dictador. En el juego del ultimátum dos participantes, uno el que propone y otro el que responde, necesitan negociar la división entre ellos de cierta cantidad de dinero. El proponente puede ofrecer una parte del total, la cual el respondente puede aceptar o rechazar. Si decide aceptar, el dinero es dividido como se propuso, sin embargo si no decide aceptar, entonces ningún jugador recibe dinero, por lo que el proponente necesita considerar que se puede quedar con nada si le rechazan la oferta. En esta condición el proponente tiene que ejercer un alto control conductual para actuar de forma estratégica cuando hace su oferta. Por otro lado, en el juego del dictador el respondente solo puede aceptar la oferta incondicionalmente, por lo que en esta situación la propuesta del proponente representa que tan generoso y justo es. Como no hay ningún castigo en esa instancia, entonces no se necesita control conductual. Los autores consideran que la diferencia en el ofrecimiento del dinero entre ambos juegos provee una medida de la conducta estratégica social que ejerce el proponente.

¿Que encontraron?

Bueno, pues siguiendo este protocolo los autores encontraron que el nivel de conducta estratégica se incrementaba con la edad. Por ejemplo los niños más chicos tendían a aceptar más fácilmente una oferta injusta, como sería el recibir únicamente una quinta parte del monto total.  Sorprendentemente los autores encontraron que el incremento de la conducta estratégica no correlacionaba con la empatía, o la toma de riesgos, o la inteligencia, sino que correlacionaba con la capacidad de controlarse en una simple tarea de inhibición de la respuesta. A su vez, en una segunda fase del estudio, los autores encontraron que la conducta social estratégica, así como  la edad, estaban relacionadas al grosor cortical y a la actividad funcional de la región dorsolateral de la corteza prefrontal izquierda. Vale la pena mencionar que esta región cortical ha sido relacionada anteriormente a la inhibición de la respuesta en sujetos adultos, la cual a su vez se ha demostrado que sirve como un predictor del desempeño del desempeño académico y social.


Estos resultados son bien interesantes porque dan una medida real a la vieja expresión de “te falta madurar”. Aquí realmente los autores demuestran que la pobre estrategia social que se va incrementando con la edad se puede correlacionar con el grosor de una región específica de la corteza cerebral. Bueno, pues la próxima vez que tus chavitos, o tus sobrinitos o los hijitos de tus vecinos no quieran compartir, pues ya sabes que todavía están desarrollándose y debes de tener paciencia. Lo malo es cuando el gandalla es un adulto que trata de abusar de los demás en cualquier situación, ahí si que se puede decir literalmente que el tipo está pobre de neuronas!



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