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viernes, 7 de octubre de 2011

La realidad es una mera ilusión, aunque una muy persistente... .A.E.



¿Alguna vez te ha pasado que estando en una reunión familiar o con viejos amigos, alguien cuenta una anécdota que le sucedió, y entonces inmediatamente te sacas de onda porque en realidad esa anécdota te pasó a ti? Es una sensación rarísima, porque después de discutir sobre a quién realmente le paso, al final de cuentas uno se queda con cierta duda y nos ponemos a pensar de cómo es posible que exista duda de si esa experiencia la vivió uno, o realmente nos estamos imaginando que nosotros la vivimos.

Antes de que nos apaniquemos porque recordamos que ya nos ha pasado este fenómeno, vale la pena decir que esta confusión es mucho más frecuente de lo que yo pensaba, y está relacionada con lo que en la ciencia se llama “monitoreo de la realidad”, que es el proceso cognoscitivo usado para juzgar de forma introspectiva si una memoria vino de una fuente interna o externa; es decir, si me la imaginé, la soñé, me la platicaron, o si realmente la viví.

Bueno pues el grupo de investigadores compuesto por Buda, Fornito, Bergstrom y Simons de las Universidades de Cambridge, UK y Melbourne, Australia estudiaron las bases cerebrales de este fenómeno, y lo acaban de publicar en el número más reciente del Journal of Neuroscience: “A Specific brain structural basis for individual differences in reality monitoring”.

¿Qué hicieron?

Estos autores se basaron en estudios previos que sugerían que una región de la corteza cerebral localizada en el lóbulo frontal y que se llama “corteza prefrontal anteromedial” estaba involucrada en este proceso del monitoreo de la realidad. Bueno, pues con esta evidencia fueron y buscaron si una variación morfológica de un pedacito de esa corteza –el surco paracingulado- pudiera explicar el desempeño del monitoreo de la realidad.



Sucede que estos investigadores notaron que algunos individuos no tenían surco paracingulado en su corteza prefrontal, mientras que otros individuos si presentaban este surco. Los investigadores explican esta diferencia porque al parecer este surco es de los últimos en formarse durante la gestación en el útero. Bueno, pues entonces los investigadores fueron y buscaron al banco de imágenes de cerebros de la Universidad de Cambridge y seleccionaron sujetos con y sin el surco paracingulado para analizar su desempeño en una tarea de monitoreo de la realidad. La tarea era bien sencilla. Básicamente usaron pares de palabras comunes, como “el gordo y el flaco” o “Yin y Yan”. En unas instancias ponían únicamente una de las palabras y les pedían que se imaginaran la segunda, mientras que en otras instancias les pedían que ellos leyeran el par de palabras, o que escucharan que el investigador leía el par de palabras. En la segunda fase del experimento les preguntaban si se acordaban si ellos habían visto o imaginado cierta palabra, o bien si el investigador o ellos habían leído el par de palabras.



Los resultados fueron sorprendentes. Los investigadores encontraron que aquellos individuos que no presentaban el surco paracingulado en ninguno de sus dos hemisferios cerebrales, presentaban menos aciertos en su monitoreo de la realidad que el grupo de voluntarios que tenían uno o los dos (uno en cada hemisferio) surcos paracingulados. Esto implica que una simple variación en la corteza frontal impacta el desempeño en nuestro monitoreo de la realidad. Sorprendentemente, los sujetos con un menor número de aciertos seguían estando tan confiados en sus respuestas como aquellos sujetos que tuvieron un desempeño significativamente mejor.



Estos resultados tienen implicaciones importantes, porque substancian la evidencia del porqué algunas gentes son más susceptibles a la confabulación (cuando la gente inventa explicaciones que ellos mismos se creen), o porque alguna gente cree que está creando algo cuando en realidad lo observó en otro lugar y sin querer se lo adjudica como propio, o simplemente cuando contamos aquella aventura donde conquistamos a aquella güerita que era la más guapetona de la fiesta, y realmente la conquistó otro fulano… (ah, no, eso sí fue verdad!... digo eso creo… déjenme llegar a la casa a ver si aún es verdad…!)


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