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jueves, 14 de julio de 2011

Soy yo, o esta cosa nomás no sirve.

Recuerdo una vez que íbamos caminando por uno de esos pueblitos mágicos que hay en México, cuando en uno de esos puestecitos del mercado un chavito estaba tocando un violincito de madera a todo dar. Dos cosas eran sorprendentes, la primera la edad del chavito, que no podía haber tenido mas de 10 años, y la otra era que el violincito estaba super rústico, pero aun así se oía bastante bien la melodía. La idea pues, era que el papá del chavo vendía los violines. Claro que al ver al niño tocar tan bien, pues uno podría haber pensado que no sería tan difícil tocarlo. Total que dadas las circunstancias acabamos comprando uno de esos violines. De regreso de las vacaciones, ya en la casa, nos pusimos a desempacar, y claro, salíó el violincito. Pues luego luego me puse a tratar de tocarlo y.... obviamente nada. Puro ruido salia nada mas. Vamos, ni una notita buena, puro chirrido (y eso con ganas de hacerlo sonar!). Mi primer pensamiento fué que estos condenados me habían dado un violín chafa, pero luego luego fui corregido, ya que todos se habían dado cuenta que me habían dado el mismo violín que estaba tocando el chavito. Y pues ni hablar, al parecer el chafita era yo.


Esto trae a cuento la idea de cómo saber si cuando intentamos manipular un objeto, y no nos sale correctamente, la culpa es nuestra o del objeto. Pues en un estudio resiente titulado “Is it me or the world? 16-month-olds distinguish competing hypotheses about the cause of failed interventions”, y que significa algo como “¿Soy yo o es el mundo? A los 16 meses de edad ya distinguen hipótesis alternativas sobre la causa de acciones fallidas” se estudió a partir de que edad nos podemos dar cuenta si cuando ocurre una acción fallida la culpa es nuestra o del objeto al que le dirigimos la acción. Este artículo elaborado por Hyowon Gweon y Laura E. Schulz del MIT acaba de ser publicado en la revista Science a finales del mes de Junio de este año.

¿Que hicieron?

En dicho estudio los investigadores hicieron un experimento super sencillo con niños de 16 meses de edad. Pusieron a los niños sentados junto con uno de sus padres frente al investigador, quién tenía en una canasta tres juguetes idénticos que solo variaban en el color. Entonces un investigador sacaban un juguete y, mostrándoselo al niño, apretaba un botón y entonces el juguete sonaba con una música infantil. El truco era que al momento de apachurrar el botón del juguete, el investigador activaba un mecanismo oculto que era el que hacia sonar el juguete.

Ahora viene la parte interesante. Una vez que el investigador le había demostrado al niño como “activar la música” había dos posibles condiciones: En la primera, el investigador le pasaba entonces al niño un juguete igual al anterior pero que éste no tocaba música y era de otro color. Y la segunda era que el investigador le pasaba al niño directamente el juguete que acababa de tocar la música, pero que tenía el mecanismo verdadero escondido. Lo mas importante es que en ninguna de las dos condiciones el niño iba a poder activar la música.


Los investigadores midieron dos tipos de respuestas: o bien que el niño pidiera un tercer jugete similar que se había puesto a la vista, o bien voltear a pedir ayuda a su familiar. El razonamiento de los investigadores era el siguiente: si los niños a los que les daban el otro juguete pedían el tercer juguete, entonces querría decir que los niños pensaban que el juguete que les habían dado estaba descompuesto, y que entonces querían agarrar otro que pudiera servir. Por otro lado, si los niños a los que les daban el juguete del investigador volteaban mas a pedir ayuda de los padres, entonces querría decir que se daban cuenta que la culpa era de ellos y no del juguete. Si no había una diferencia de las respuestas entre el grupo de niños a los que les dieron el juguete amarillo o el verde, entonces los niños de esta edad aún no podían formar este tipo de hipótesis.

Bueno, pues los resultados confirmaron las hipótesis de los investigadores: los niños de esta edad pedían mas ayuda a sus padres cuando les daban el juguete que el investigador acababa de hacer sonar, y en cambio pedían mas el tercer juguete cuando les daban el juguete que el investigador no había hecho sonar. Es decir, a esta edad los niños ya pueden formar hipótesis de si ellos la están regando, o el problema es del objeto que esta chafa.


Bueno, pues creo que esto es una excelente lección para todos nosotros. La próxima vez que no podamos, ya no digamos tocar el violín, sino simplemente manejar correctamente algún programa de la computadora, mas vale pedir ayuda y no echarle la culpa a la pobre máquina. Lo mas probable es que en realidad lo que deberíamos de hacer es tomar unas clasecitas antes de pensar en tirar la compu a la basura!
 

1 comentario:

  1. Doc., estuvimos resvisando varias de sus publicaciones. Son geniales, estan en lenguaje para nosotros los mortales, divertivas y te explican la parte científica que lo respalda.
    Está excelente su blog, nos lo vamos a piratear, ja ja.
    Felicidades !!!!!!
    Siga como va...

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