Botox: como verse bella sin poder gozarlo a plenitud.
Las últimas dos décadas han visto un auge bárbaro en el uso de una toxina que es mortal. La ingesta de esta toxina en cantidades muy pequeñas puede resultar en la muerte después de algunas horas o hasta días de su exposición. A finales del siglo XIX Emile van Ermengem identificó a la bacteria Clostridium botulinum como la fuente de esta toxina. Ya desde esa época se sabía que en ocasiones la gente podía morir si consumía productos hechos a base de carne, por lo que Justinus Kerner nombró a la toxina como la toxina de los embutidos, dándole su nombre en latín: “botulus” (salchichas o haggis, de acuerdo a la traducción de “botulus” del latín), por lo que se le conoce como la toxina botulínica.
De mortal a totalmente palacio
Pues esta toxina mortal es ahora, un siglo después, uno de los productos cosméticos más usados en el mundo. Aunque inicialmente se aprobó en Estados Unidos para tratamientos como la tortícolis, ahora el principal uso del botox (nombre con el que se comercializa la toxina) es para reducir las líneas de expresión (que yo conocía como arrugas, pero ya me hicieron el favor de corregirme).
Pues sí, ahora ya te puedes encontrar en cualquier boda a un sinnúmero de señoras (y tal vez ahora también señores que quieren imitar a David Beckham o a Cristiano Ronaldo en su metrosexualidad), con cara que parece hecha de de cera, o lo que se conoce como hipomimia, que consiste en la reducción de la expresión facial.
¿Y la clase de neuroquímica qué?
Lo que hace la toxina botulínica para evitar las líneas de expresión es que impide la comunicación entre los nervios y los músculos al inhibir la liberación del neurotransmisor acetilcolina en la conexión neuromuscular. Como el músculo ya no recibe órdenes de contraerse, pues entonces la piel que esta encima de dichos músculos ya no se dobla, y con el tiempo regresa a su estado de suavidad original.
¿Y la emoción?
Pues ahora está por salir un estudio dirigido por David Havas en la revista Psychological Science en el que se analiza el efecto del uso del botox en el procesamiento de lenguaje emocional. Estos autores investigaron si la inhibición de la expresión en el rostro por el uso del botox afectaba la lectura de frases con diferentes cargas emotivas, como por ejemplo “la cantidad de trabajo que deja ese profesor es brutal”, “echarse a la alberca es refrescante en un día caluroso”, o “abres tu correo electrónico en tu cumpleaños y no hay ningún mensaje”. Los investigadores encontraron que los sujetos que se habían aplicado botox facial leían más lentamente algunas frases. Sorprendentemente esas frases que leían más lentamente eran precisamente aquellas que normalmente están acompañadas de expresiones faciales asociadas a una carga emotiva. Claro que con el botox, pues ya no había expresión facial asociada a la lectura de esas frases. Esto les sugirió a los autores que existe una retroalimentación periférica en el procesamiento del lenguaje, lo cual apoya teorías que sostienen que los sistemas neuronales usados en experimentar emociones son también usados para entender las emociones en el lenguaje. También proveen nuevo sustento para la teoría clásica de Darwin sobre las emociones (Darwin: La expresión de las emociones en el hombre y los animales, 1872).
Bueno, ¿y el futbol que tiene que ver???
Total que en su conjunto estos hallazgos sugieren que el paralizar los músculos que están involucrados en la expresión de las emociones también reduce la experiencia misma de la emoción. Por eso he tomado la dura decisión de que aunque ya me estoy poniendo cada vez mas arrugado, no voy a usar el botox, básicamente porque… ¡quiero gozar el próximo mundial de futbol en su totalidad!.
eso pasa cuando abusan de la terapia con botox, a veces llega el momento en que deben darse por vencidas y dejar las arrugas
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