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viernes, 26 de febrero de 2010

Lenguaje, música y terapia, o de cuando tus hijos te corrigen la pronunciación

Siempre he sido un fan de los Beatles. Desde que me acuerdo me han gustado sus canciones, porque cabe aclarar que cuando nací, el cuarteto de Liverpool ya había tenido varios “number one” hits. Ahora que salió un juego de video con sus canciones, aprovechamos en familia para darle a la cantada (y quesque guitarreada y tamborileada). El punto es que echándome mis solitos de repente me doy cuenta que mi chiquitín de 6 años me está corrigiendo la pronunciación de las canciones. Que ¿what!??, como que no se dice así??? Y su argumentación es muy simple, “¿pues que no oyes Papá? no dicen “lover” dicen “lova” ah caray, este mocoso si me salió respondón. Desafortunadamente para mí, no hay vuelta de hoja, mientras el saca arriba de 90 puntos en experto, !a mi me bota el programa en fácil!. Bueno pues, no queda más remedio que argumentar el hecho de que él aprendió inglés cuando vivimos un año en extrangia, mientras que yo que soy de un oído muy duro, pues nomas no se me ha pegado la pronunciación. Y afortunadamente hay evidencia científica que respalda mi pobre pronunciación (¿suerte verdad?). Hace algunos años un grupo de investigación del Colegio de Medicina de la Universidad de Cornell dirigidos por Joy Hirsch, publicaron en Nature un hallazgo fascinante. Utilizando la técnica de resonancia magnética funcional encontraron que en el área de Broca, que es una región de la corteza cerebral íntimamente relacionada con la producción del lenguaje, las regiones que procesan a la lengua materna y a una segunda lengua adquirida en la adultez son diferentes. Pero aún mas sorprendente es que si la segunda lengua fue adquirida en la infancia, entonces ambas lenguas son representadas en las mismas áreas corticales. Cabe notar que esta diferencia no se da en el área de Wernicke, que está más relacionada con la recepción del lenguaje.


La buena noticia es que aparentemente el procesamiento musical y el del lenguaje están relacionados en el cerebro. Por ejemplo Nina Kraus y su grupo de la Universidad Northwestern de Illinois descubrieron que el cerebro de la gente expuesta a entrenamiento musical tiene una mayor habilidad para generar patrones eléctricos asociados a sonidos específicos, musicales o hablados, que la gente sin entrenamiento. Por lo que se piensa que el entrenamiento musical pudiera ayudar al lenguaje, como de hecho ha reportado Gottfried Schlaug de la escuela de medicina de Harvard, quién demostró que terapia musical intensiva ayuda a pacientes con daño cerebral a mejorar el lenguaje afectado por la lesión.
Bueno, todas estos avances científicos son realmente sorprendentes, ya que además de la posible implementación de terapias para ayudar a pacientes con daño cerebral, seguramente ya tengo excusa para pasarme un par de horas cantando con los Beatles, porque en realidad no es que esté perdiendo el tiempo, mas bien estoy afinando mi pronunciación del inglés!.

viernes, 19 de febrero de 2010

Ya sé quién te gusta!, o de cómo podemos saber qué cara te gusta más simplemente leyendo la actividad eléctrica de tu cerebro.

Una de las frases más típicas de la escuela, especialmente en la secundaria o en la prepa era el famoso ¿y a ti quién te gusta?. Bueno, aparentemente todo mundo sabía quién le gustaba a cada uno en el salón, aunque realmente quién nos gustaba de verdad era uno de los secretos mejor guardados que podíamos tener.

Pues a finales de este mes de Enero se publicó en la revista NeuroImage un estudio dirigido por Joydeep Bhattacharya del departamento de Psicología de la Universidad de Londres, donde se estudia la posibilidad de registrar la actividad cerebral relacionada a la preferencia de un rostro sobre otro. Si eso fuera posible, ¿podríamos identificar esos patrones de actividad antes de que el sujeto exprese su decisión?.

En el estudio se le pidió a un grupo de voluntarios hombres decidir que cara les gustaba mas entre dos caras muy parecidas. Los rostros se presentaban uno seguido del otro, y lo que se les pedía era que dijeran a que rostro escogerían para aproximarse y hablarle. Mientras esto ocurría se les registraba la actividad eléctrica mediante un estudio electroencefalográfico.

Los autores encontraron patrones de actividad cerebral específicos que correlacionaban con el proceso de toma de decisiones. Uno de los patrones era específico a la cara que se estaba viendo en ese momento, mientras que el otro era específico a la cara mostrada previamente, y que se mantenía en la memoria. Ambos patrones ocurrían antes de que el sujeto tomara la decisión. Los autores también encontraron un tercer patrón de actividad que relacionaron a una primera impresión positiva sobre ese rostro.

Estos hallazgos sugieren que se podría encontrar actividad eléctrica específica relacionada a la toma de decisión sobre que rostro preferimos e identificar ese patrón incluso antes de que el sujeto conscientemente diera una decisión sobre sus preferencias. Claro, así ya no tendríamos la necesidad de andar preguntando, y a ti, ¿quién te gusta más?

viernes, 12 de febrero de 2010

Bueno por naturaleza, o de porque algunos se aprovechan cuando pueden y otros no.

A lo largo de la vida me ha tocado la dicha de conocer cuates en los que se nota a leguas su disposición a lograr el bien común, muchas veces por encima de su propio beneficio. Sin embargo también me ha tocado conocer a algunos individuos que es mejor mantenerse alejado de ellos, porque con tal de beneficiarse son capaces de cosas que uno ni se imagina. Esta gran diferencia ha dado lugar a sabrosísimas discusiones de sobremesa en los cuales unos sostienen que el hombre es gacho por naturaleza, pero que a veces se aguanta por diversos factores externos, mientras que otros arguyen que más bien somos bondadosos con los demás pero la vida se encarga de retorcernos el colmillo.

Recientemente, en el número de febrero de este año, Haruno y Frith de los Computational Neuroscience Laboratories, de Kyoto, y el University College London, de London, publicaron en Nature Neuroscience un estudio que va a la médula de este problema. Utilizando una prueba conductual clasificaron a voluntarios en individualistas o en prosociales. Posteriormente los sometieron a una prueba mientras obtenían imágenes cerebrales funcionales mediante la técnica de resonancia magnética funcional. Su propósito era analizar si los patrones de actividad correlacionaban mas con una activación que reflejara un análisis de la situación (es decir soy gacho pero reflexionando mejor me aliviano), vs. un patrón de actividad que correlacionara más con una respuesta visceral (respondo siguiendo mi primer impulso).

Les dijeron a los sujetos que iban a recibir una recompensa en pares, y que ellos podían escoger el patrón de recompensa que ellos quisieran y que eso valía para ellos y su pareja (la cual ellos no sabían quién era). Había tres opciones de distribución de la recompensa: una en la que la recompensa era muy similar para ambos, otra donde la diferencia de recompensa era significativamente mayor para ellos y otra donde la diferencia no era tan grande entre los dos, pero aun así ganaban ellos más dinero que en cualquiera de las otras opciones. Utilizando este sistema clasificaron a los sujetos en prosociales (los que escogían la primera opción) y en individualistas (los que escogían mas recompensa para ellos). Estudios previos han mostrado que estas diferencias son estables incluso a lo largo de años, prediciendo incluso decisiones de la vida real.

En el estudio de imagenología cerebral les presentaron a los dos grupos de individuos un par de recompensas para ellos y para el otro,. y se les pidió que evaluaran del 1 al 4 que tan deseable era ese par de recompensas (siendo 1 lo menos y 4 lo mas preferible). Los resultados mostraron que los sujetos prosociales tuvieron más activación en la amígdala que los individualistas. Aun más, la activación de la amígdala en los prosociales durante cada presentación de pares de recompensa correlacionó con la diferencia de recompensa entre el sujeto y su pareja. Incluso, en una prueba conductual subsecuente, los autores no encontraron ningún efecto en poner una carga cognitiva sobre la misma tarea, lo cual fortalecía aun mas sus resultados.

Estos resultados sugieren que los valores de orientación prosocial son manejados por una aversión intuitiva a la división inequitativa de los recursos. Es decir el impulso en los sujetos prosociales esta en ser equitativo. Estos hallazgos me hacen preguntarme si tal vez se les debería de aplicar esta prueba a los funcionarios responsables de los programas sociales. Así estaríamos seguros de que, por lo menos, su primera intensión sería la de ayudar al prójimo y no utilizar esas ayudas para su conveniencia, cualquiera que esa fuere.

viernes, 5 de febrero de 2010

Analizando la conciencia en pacientes en estado vegetativo.

Hace un par de años tuve la oportunidad de platicar con Adrian Owen, investigador de la Universidad de Cambridge, sobre un estudio en el que evaluaba si pacientes que aparentemente se encontraban en estado vegetativo mantenían la suficiente capacidad cognitiva para comprender lo que se les decía aunque ellos no pudieran manifestar ningún tipo de respuesta. Es decir, si un paciente que aparentemente estaba en estado vegetativo y que se pensaba que no podía entender lo que pasaba en su entorno, en realidad lo que no podía hacer era responder de ninguna manera, aunque pudiera seguir pensando y escuchando lo que se le decía. Estar en esta condición sería una verdadera pesadilla, tanto para la familia que va perdiendo la esperanza de que el paciente entienda y aprecie lo que se le dice, como para el mismo paciente que se encuentra atrapado en un cuerpo sin capacidad de comunicarse.


De acuerdo a la definición de Owen en su artículo de Science del 2006, el estado vegetativo se refiere a un desorden en el cual los pacientes emergen del coma y parecen estar despiertos, pero no muestran ningún signo de estar conscientes (aware en Inglés). En ese primer estudio del 2006 su grupo de investigadores utilizó una técnica de imagenología cerebral para determinar si pacientes en estado vegetativo podían o no contestar preguntas muy sencillas.

En ese primer estudio investigaron a una joven que después de sufrir un accidente automovilístico quedó en estado vegetativo. Primero, utilizando la técnica de resonancia magnética funcional, descubrieron que el cerebro de la joven tenía un patrón de respuesta cerebral normal cuando se le decían frases con contenidos específicos. Alentados por estos resultados que sugerían un procesamiento relativamente normal a contenidos auditivos, decidieron hacer un segundo estudio que causó muchísimo revuelo no solo en la comunidad científica sino en la sociedad en general.

Aprovechando que los investigadores observaron un patrón de actividad cerebral normal cuando se le hablaba a la paciente, le pidieron que una vez que estuviera dentro del resonador magnético imaginara que estaba jugando tenis, o bien que imaginara que estaba caminando por todos los cuartos de su casa. Una vez más los investigadores observaron patrones normales de activación cerebral en la joven. Es decir cuando le pedían que se imaginara en una partida de tenis observaron activación de la corteza motora suplementaria, mientras que cuando le pedían imaginara el recorrido en su casa observaban una clara activación del giro parahipocampal, la corteza parietal posterior y la corteza premotora primaria. Esto sugirió claramente que la chica podía entender lo que se le pedía y aun más, que podía responder a las peticiones a través de su actividad cerebral, aunque no pudiera mover nada de su cuerpo.




Pues basados en estos hallazgos, Owen, junto con otros investigadores de Inglaterra y Bélgica, continuaron estudiando a mas pacientes en estado vegetativo, publicando recientemente sus resultados en el New England Journal of Medicine (Febrero 2010). Ellos reportan que de 54 pacientes estudiados, encontraron 5 que pudieron modular su actividad cerebral. Es decir que podían responder pensando en la partida de tenis o en su casa dependiendo de la instrucción del investigador. Sin embargo, lo que es aún más sorprendente en este estudio, es que en uno de dichos sujetos se logró un simple sistema de comunicación con el paciente al solicitarle que a una pregunta dada respondiera pensando en la partida de tenis si la respuesta era afirmativa, y si la respuesta era negativa, entonces pensara en el recorrido de su casa. Por ejemplo en respuesta a la pregunta de si su padre se llamaba Alejandro, el paciente respondió afirmativamente de forma correcta (es decir se activaron las zonas cerebrales relacionadas al procesamiento de información de la partida de tenis), mientras que a la pregunta de si su padre se llamaba Tomás, respondió negativamente, también de forma correcta, encontrándose activación en la zona relacionada al procesamiento de lugares espaciales.


Estos hallazgos me parecen realmente espectaculares y se pueden analizar desde varias perspectivas. Desde el punto de vista clínico y social representan un método novedoso para evaluar el grado de conciencia de los pacientes. Claro que tiene sus bemoles, porque es una técnica cara y poco accesible (en México solo tenemos un puñado de lugares donde se podría implementar), pero los investigadores comentan que están buscando una aproximación experimental similar usando el electroencefalograma en lugar de la resonancia magnética.

Por otro lado, queda claro que el análisis de datos obtenidos con la resonancia magnética funcional se esta convirtiendo en una herramienta muy poderosa para estudios tanto básicos como clínicos que tienen un alto impacto social y familiar. En un blog futuro hablaré de otra utilidad fascinante de esta técnica que rápidamente se convirtió en una pieza fundamental para los estudiosos de las neurociencias cognoscitivas.