Recientemente los investigadores Lammers, Stapel y Galinsky dieron a conocer una investigación que tiene gran relevancia en México para entender la doble moral con la que se manejan tanto los políticos como muchos adinerados aquí en nuestro país. La traducción del título de dicha investigación sería algo así como “El poder incrementa la hipocresía: Moralización en el Razonamiento, Inmunidad y Conducta”, y aparecerá en la revista Psychological Science. Este artículo podría explicar porque algunos políticos utilizan el dinero público para su beneficio privado al mismo tiempo que urgen transparentar los gastos del gobierno, o tienen relaciones extramaritales mientras pregonan los valores familiares. O de porque algunos Diputados y Senadores y otros funcionarios se sirven con la cuchara grande a la hora de repartir el presupuesto, pero piden que se reduzcan los gastos en otras dependencias gubernamentales. También se podría entender algunas conductas en el sector privado, ya que nos ayudaría entender cómo es que algunos empresarios son rescatados financieramente por el gobierno, pero a fin de cuentas siempre salen más enriquecidos de esos rescates que finalmente son pagados por el dinero público.
De acuerdo a los autores, el resultado de sus investigaciones sugiere que el poder puede causar una desconexión severa entre el juicio público y la conducta privada, y como resultado, los poderosos son más estrictos en su juicio sobre otros a la vez que son más indulgentes hacia sus propias acciones.
De como son super suertudos.
Pero veamos exactamente cómo fue que Galinsky y sus colaboradores llegaron a estos resultados. Ellos hicieron una serie de cinco experimentos enfocados a investigar el impacto del poder en la hipocresía moral, que sería la situación en la cual los individuos, al estar en privado, no siguen las reglas y principios morales que afirman tener y que exigen que todos los demás sigan.
En el primer experimento separaron a 61 voluntarios en dos grupos, uno al que le pidieron recordar alguna ocasión en la que hubiera estado en una situación de poder, y otro en el que les pidieron recordar una situación de subordinación. Después asignaron a la mitad de los sujetos de cada grupo a una entrevista en la que les preguntaban si era moralmente aceptable que reportaran a su empresa más gastos de viaje de los que habían tenido, y a la otra mitad se les pedía que a solas en un cubículo tirarán un dado para decir dependiendo del número de dado, cuantos boletos se les darían para una lotería que se efectuaría al final del día para obtener dinero. Sus resultados mostraron que los sujetos en posición de poder eran más duros en su juicio moral en relación al reporte de los gastos de viaje que los sujetos subordinados, pero curiosamente también afirmaban haber ganado más boletos de lotería que los subordinados. En otras palabras, o bien dios los estaba favoreciendo en la suerte por tener una moral más alta, o eran unos hipócritas al juzgar duramente a los demás al mismo tiempo que abusaban en lo oscurito.
De cómo se agandallan hasta una bicicleta.
En los siguientes tres experimentos participaron 171 voluntarios. En este experimento manipularon las posiciones de poder pidiéndole a los sujetos que supusieran que eran el primer ministro, o bien un burócrata de bajo nivel en una oficina cualquiera. Después los participantes fueron presentados con diferentes dilemas morales relacionados a infringir las leyes de tránsito, declaración de impuestos, o a regresar una bicicleta que se encuentran en la calle.
En todos los casos, aquellos asignados a los papeles de alto poder mostraron una mayor hipocresía moral al juzgar de una forma más estricta a los demás por pasar los límites de velocidad, evadir impuestos, o quedarse con una bicicleta, mientras que a ellos no se les complicaba hacer esas mismas conductas. Por ejemplo se les pregunto a los sujetos en los dos grupos que tan aceptable sería que alguien excediera el límite de velocidad cuando trataba de llegar a una junta a la cual iba tarde, y que tan aceptable sería si fuera el quién lo hiciera. También se les preguntó lo mismo sobre las declaraciones de impuestos. En ambos casos los participantes poderosos se sintieron más exentos que los no poderosos a infringir la ley. En una escala del uno al nueve, donde uno es muy inmoral y nueve muy moral los poderosos dieron un 6.3 de moralidad si otras gentes rebasaban los límites de velocidad, mientras que a ellos se dieron un 7.3, es decir si ellos lo hacían tenía una mejor justificación. Los sujetos poco poderosos se asignaron un 7.2 a ellos y un 7.3 a los otros. En relación a los impuestos los poderosos sintieron que si otras personas evadían los impuestos tenían un 6.6 en la escala moral, pero si ellos lo hacían, tenían un 7.7 (para ellos era más moral si ellos evadían impuestos a si otros lo hacían). Irónicamente, los poco poderosos dieron un 7.7 si otros evadían impuestos y un 6.8 si ellos los evadían, es decir podían perdonar que otros evadieran impuestos, pero no ellos mismos.
Pobres pero honrados.
Los autores recalcaron que la hipocresía era mayúscula en aquellos individuos que realmente estaban en posiciones de poder. En contraste, también demostraron que individuos que personalmente no se sienten en posiciones de poder, son más duros con ellos mismos, a lo cual los investigadores le llamaron “hipercresía”, que sería la tendencia a ser más estricto con uno mismo que con otros.
De acuerdo a los autores los patrones de hipocresía y de hipercresía perpetúan la inequidad social. Los poderosos imponen reglas y restricciones sobre los demás, pero no se sienten que aplican a ellos, mientras que los poco poderosos colaboran a reproducir la inequidad social porque no sienten el mismo derecho.
Que, ¿algún parecido con lo que pasa en nuestro querido México?
Muy interesante artículo. Supongo que el mal es menor cuando yo lo produzco, y el bien es mayor cuando yo lo hago.
ResponderBorrarEsto ya lo había yo notado en México; claro que nunca había hecho un experimento controlado como lo exige la ciencia. Aunque creo que estamos hablando de muy altos ejecutivos. Los pequeños y medianos empresarios, creo que siguen la ley bastante bien.