Powered By Blogger

lunes, 9 de julio de 2012

El estrés y esa afortunada plasticidad cerebral

A todos nos ha pasado que tenemos temporadas en las que poco a poco se nos va acumulando el estrés. Por ejemplo, me acuerdo de que cuando presenté mi examen para obtener el grado de Doctor en Investigación Biomédica, pase unos meses durísimos completando algunos experimentos y terminando de pulir la tesis. La puntilla del estrés llegó en el momento cuando me asignaron al jurado y me encontré con algunos nombres que al ser pronunciados, a más de uno le producían contorciones intestinales incontrolables. Recuerdo que había momentos que rayaban en la desesperación porque que por más que estudiaba, el cerebro parecía haber ya dado todo de sí. Bueno, pues ahora unos años después (no digamos cuantos…) me encontré con una joya de artículo publicado unos años atrás. El artículo en cuestión se titula “Psychosocial stress reversibly disrupts prefrontal processing and attentional control”, o algo así como “El estrés psicosocial deteriora reversiblemente el procesamiento prefrontal y el control de la atención”. Este artículo publicado por Liston, McEwen y Casey, de las universidades de Cornell y Rockefeller fue publicado en el PNAS en Enero del 2009.


¿Qué hicieron?

Bueno, pues estos autores diseñaron un experimento bien ingenioso. Lograron reclutar a 20 sujetos cuatro semanas antes de que presentaran exámenes académicos importantes en sus vidas (como sería un examen profesional, o un examen de admisión a la universidad) y les evaluaron el nivel de estrés así como su actividad cerebral al realizar una tarea cognitiva que requería altos niveles de atención. De esta manera pudieron saber realmente a cuanto estrés estaban sometidos, y como funcionaba su cerebro bajo esa presión. Después de esto, los investigadores volvieron a evaluar a los mismos sujetos un mes después de que habían presentado sus exámenes, es decir, dos meses después del primer experimento, ya que estaban mas relajados. Los investigadores también evaluaron a un grupo de sujetos que no estuvo sometido a estrés y el cual sirvió como grupo testigo.

¿Qué encontraron?

Pues los resultados que reportan son muy interesantes. Para empezar sus resultados confirmaron que los sujetos que iban a presentar los exámenes realmente estaban más estresados que el grupo control. Después, en el estudio del nivel de atención, los autores encontraron que había una correlación negativa entre el nivel de estrés y la capacidad de atención, es decir, a mayor estrés mas pobre era la atención de estos sujetos. Estas deficiencias correlacionaron con la integridad funcional de la red atencional que incluye a la corteza prefrontal dorsolateral y sus conexiones con otras estructuras como la corteza premotora, la corteza parietal posterior y la ínsula.


Bueno, pero y ¿qué pasó después?

Ahora bien, la historia termina con el segundo estudio, el cual se realizó un mes después de los exámenes. En dicho estudio los investigadores encontraron que los sujetos ya habían bajado significativamente sus niveles de estrés, habían mejorado su desempeño en la tarea de atención, y su conectividad funcional neuronal ya eran similar a la del grupo control. Este les sugirió a los autores que en efecto, el estrés crónico tiene una consecuencia negativa sobre los procesos cognoscitivos que se puede medir conductual y fisiológicamente, pero que, una vez que los individuos son liberados de dicho estrés, el sistema puede revertir exitosamente dichos efectos.  


Un final feliz

Aquí debo de mencionar que me fue bien en el examen doctoral y que, gracias a ello, me pude ir de postdoc al Laboratory of Neuropsychology, en el NIMH, donde, ya libre del estrés doctoral, mi cerebro se regocijó aprendiendo una barbaridad de cosas interesantes. Claro que como siempre ocurre en la ciencia, aún quedan muchas preguntas por resolver, como por ejemplo, ¿que pasaría si no hubiera pasado el examen?, bueno mejor no quiero ni pensarlo, ya lo podremos platicar en otro blog. Por lo pronto, ahora a tratar de bajar el estrés aprovechando estas vacaciones veraniegas, a ver si así ya logro terminar de escribir ese artículo que nomás no termina de cuajar!