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martes, 31 de mayo de 2011

De los chismes y la notoriedad, o de cómo hacer el bien y pasar desapercibido.

¿Alguna vez te ha tocado que por angas o por mangas te llegue un chisme desagradable sobre alguna persona?.. sí, ya sabes... por ejemplo que fulanita se reestiró la cara, o que a menganito se lo cacharon en una movida, o que a sutanito lo despidieron de la chamba por revoltoso. Y, ¿te has dado cuenta que luego si te toca encontrarte a esa gente en algún lugar, como en un restaurante, luego luego andas buscando ver al susodicho protagonista del chisme?. Bueno, pues recientemente este fenómeno ya cayó en las garras de los científicos que intentan explicarlo. Eric Anderson, Erika Siegel, Eliza Bliss-Moreau y Lisa Feldman Barret de las universidades Northeastern University, University of California y Harvard Medical School, publicaron en Mayo de este año en Science un artículo titulado “The visual impact of gossip”, o algo así como “El impacto visual del chisme”.


Estos autores hicieron un experimento bien interesante para identificar si el conocer un chisme sobre una persona afectaba la forma en que se procesaba su rostro cuando alguíen lo veía. Los investigadores utilizaron fotografías de muchos rostros diferentes a los cuales pareaban con frases específicas. Habían tres tipos de frases, unas neutras, otras positivas y otras negativas. Por ejemplo, una frase neutra era “paso junto a un hombre en la calle”, una positiva era “ayudó a una anciana con sus compras”, y una negativa era “le aventó una silla a un compañero de clase”.

¿Cómo le hicieron?

Para saber el efecto de estos “chismes” sobre el procesamiento de los rostros, los investigadores utilizaron una técnica super original. Esta técnica se basa en un fenómeno que se llama rivalidad binocular, el cual consiste en que si te presentan dos imágenes simultáneamente, una en cada ojo, solamente puedes ver una de ellas a la vez. Es decir, si con unos lentes especiales de esos que son como miniproyectores te ponen una imagen diferente en cada ojo, entonces solamente puedes ver conscientemente una de esas imágenes a la vez. Bueno pues estos científicos pusieron una imagen de alguna casa, vs. una imagen de uno de los rostros asociados a un chisme. Luego presentaban estas imágenes simultáneamente y median cuanto tiempo pasaban los sujetos percibiendo los rostros contra el tiempo que pasaban percibiendo las casas. La suposición era que si los chismes afectaban el procesamiento de algún rostro en específico, entonces éste le ganaría mas tiempo de "consciencia" a la foto de la casa. Mientras que si no afectaba, entonces todos los rostros mostrarían mas o menos el mismo tiempo de "consciencia" contra las fotos de los lugares.


 
Cuando los investigadores midieron los tiempos de percepción de los rostros asociados a diferentes tipos de chismes encontraron que en efecto, la gente percibía significativamente más tiempo a los rostros asociados a los chismes negativos, que a los rostros asociados con chismes neutros o incluso con los chismes positivos. Esto les sugirió a estos científicos que el escuchar chismes es una forma de aprendizaje social que realmente afecta el modo de procesar estímulos visuales, incluyendo a los rostros de otras personas.


¿Y eso aplica a nuestra vida cotidiana?

Bueno, pues esto explica en cierta medida el afán de ciertas personas, incluyendo especialmente a gente del medio artístico, a hacer tarugadas que llamen la atención, aunque claro, no necesariamente lo hacen con ese fin, como Arnold que dominó las noticias recientemente y no necesariamente por sus películas. Desafortunadamente el artículo también demuestra que los chismes “positivos” realmente no tienen gran efecto, aunque claro, si lo que te importa es hacer el bien por el bien mismo, pues enhorabuena, no tienes que andar preocupándote por esconderte cuando hagas la acción bondadosa, ya que ni quién se de cuenta!.


miércoles, 18 de mayo de 2011

Cría cuervos y te sacaran los ojos... o de como atrapar a Osama Bin Laden


Una de las situaciones mas penosas por la que seguramente muchos hemos pasado es la de encontrarnos con alguien que nos saluda muy efusivamente y que nos comienza a preguntar sobre como estamos, y que tal la familia, y etc... mientras en nuestra cabeza nosotros no dejamos de preguntarnos sobre quién demonios es esta persona!. Afortunadamente existen claves que finalmente nos ayudan a recordar quién es esa persona. Mi clave favorita es cuando de plano le pregunto... oye, disculpame.. pero.. quién eres!. Claro, ese es el último recurso, ya que no me gusta irme pensando, ¿y quién rayos sería ese?!.


Un cerebro de pájaro

Bueno, pues ahora parece que a diferencia de un servidor, hasta los cuervos son mejores que uno para acordarse de las personas. Marzluff, Walls, Cornell, Withey y Craig de las Universidades de Washington y Willamette, de Estados Unidos, publicaron en Enero del 2010 en la revista Animal Behaviour, un artículo titulado “Lasting recognition of threatening people by wild American crows” que sería algo así como “ Reconocimiento duradero de gente amenazadora por cuervos Americanos”.



Estos investigadores fueron a 5 suburbios de la ciudad de Seattle a buscar zonas con abundancia de cuervos. Una vez que tuvieron localizados estos lugares, midieron las respuestas de los cuervos a sujetos que traían puestas diferentes mascaras. Posteriormente, en cada uno de esos sitios atrapaban entre 7 y 15 cuervos y los marcaban, para luego liberarlos. Durante este procedimiento se usaba únicamente un tipo de mascara para cada uno de los cinco lugares seleccionados. El atrapar a los cuervos representaba una amenaza para estos cuervos silvestres, ya que obviamente nunca habían sido atrapados ni manipulados por ningún ser humano.

Y entonces... ¿que pasó?



Bueno, una vez terminada esta fase del experimento, los investigadores regresaban a cada uno de estos lugares y medían una vez mas las respuestas de los cuervos a las diferentes mascaras. El resultado que encontraron fue que los cuervos reaccionaban agresivamente únicamente al individuo que traía puesta la mascara que se uso en ese lugar en específico durante su previa captura y liberación, ignorando completamente a cualquier otro individuo que usara una mascara diferente. Los investigadores demostraron este efecto incluso dos años y medio después del experimento, donde no solo participaban en la agresión los cuervos que habían vivido el episodio original, sino que además también participaban la descendencia de dichos cuervos, demostrando un efecto de transmisión social de lo aprendido mas de un par de años antes.




Este artículo que ya de por si es interesante desde el punto de vista del estudio de las bases neuronales del reconocimiento de los rostros, resulta aún mas sorprendente ahora que Estados Unidos logró una catarsis emocional después de haber eliminado a Osama Bin Laden. Pero.. ¿que tiene que ver esto con los cuervos?, pues resulta que estando tan urgidos los Norteamericanos por acabar con su némesis, pues decidieron incluso explorar la posibilidad de entrenar cuervos para ayudarlos a encontrar a Bin Laden. El plan era exponer a los cuervos a dobles de Bin Laden, y entonces liberarlos en las diferentes regiones donde se pudiera estar escondiendo este individuo. Y no, no es vacilada!, realmente los Norteamericanos exploraron esa idea como puede verse en el siguiente video:




Que tal, tal vez deberíamos de comenzar a entrenar a nuestros cuervos para detectar a los criminales de las principales listas de los mas buscados, claro, hasta que los veamos volar con una cadenita de oro en las patitas, entonces si, ya sabremos de que lado mascaba el chicle la iguana!.

lunes, 9 de mayo de 2011

De porque tu mamá te quiere aunque seas un hijo desobediente.



Seguramente todos hemos conocido a algunos individuos que de verdad es imposible pensar que alguien los quiera. Son esos de los que sin mas ni mas se les puede decir que no tienen madre. ¿porque? Pues simplemente porque si la tuvieran, entonces seguramente esos desdichados tendrían aunque sea una persona en el mundo que los quisiera, y eso sería muy difícil de creer. Pero, ¿como es posible que las madres quieran tanto a sus hijos, aun y cuando dichos individuos pudieran ser todas unas fichitas?

Pues esta pregunta no ha escapado a la curiosidad científica. Ha habido muchos estudios preocupados por entender la relación afectiva entre madre e hijo, pero como este es un blog de neurociencias cognitivas, pues les voy a hablar de un estudio que investigó las bases cerebrales del amor maternal. En el año 2003, Andreas Bartels y Semir Zeki, del University College of London publicaron en la revista NeuroImage un estudio donde analizaban las bases neuronales del amor maternal.

¿Que hicieron?

Estos investigadores utilizaron resonancia magnética funcional para medir la actividad cerebral de madres mientras veían fotos de sus hijos o de hijos de otras señoras. En el mismo estudio también compararon la activación cerebral de cuando veían fotos de sus hijos, o fotos de sus mejores amigos o de personas simplemente conocidas. Bueno, pues los resultados fueron bien interesantes. Básicamente encontraron que, a diferencia de cuando las madres veían otros niños, cuando veían a sus hijos se activaban dos tipos de áreas. Unas relacionadas con las hormonas vasopresina y oxitosina, que se ha demostrado ampliamente que refuerzan los lazos humanos y facilitan las relaciones sociales, y las otras áreas relacionadas en el procesamiento de las recompensa, que son áreas que se prenden cuando llegan estímulos, que a través de la activación de este sistema de recompensa nos producen placer, como sería la comida. Otro hallazgo interesante de este estudio fue que también encontraron que durante la presentación de las fotos de sus hijos bajó la actividad de regiones asociadas con emociones negativas, así como regiones relacionadas a la generación de juicios sociales, como sería la amígdala, la unión parietotemporal o la parte medial de la corteza prefrontal.



Los autores encontraron que son varias las regiones de activación que se sobrelapan entre el amor maternal y el amor romántico, como serían el sistema de recompensa, la desactivación de la maquinaria asociada con las evaluaciones críticas en la sociedad, así como las emociones negativas. Esto les sugiere a los autores que tanto en el amor maternal, como en el amor romántico se da un mecanismo por el cual se reducen las emociones negativas, las conductas de evitación y de evaluación social, y por el otro lado se disparan mecanismos involucrados en la recompensa y el placer. Tal vez eso podría explicar porque algunas madres cuando se encuentran con sus bebés literalmente dicen que se sienten enamorados de ellos, estén como estén.
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Bueno, pues esto nos ayuda a también a entender como es que esas madres tan aludidas por culpa de sus hijos, los quieren a pesar de todo. Aunque viéndolo de un lado positivo, ese mecanismo de amor maternal también aplica para el resto de los mortales, por lo que afortunadamente, la mayoría pudimos gozar de la formidable experiencia de tener, o haber tenido, una madre que nos quiso.