El 11 de marzo pasado un poderoso terremoto sacudió a Japón, dejando mas de 10 mil muertos contabilizados a la fecha, y devastado por el subsecuente tsunami, y por el terrible peligro de contaminación radioactiva producto de la afectación de varios reactores nucleares. En lo personal entiendo perfectamente la afectación sufrida por el terremoto, ya que hace poco mas de 25 años sufrimos también un poderoso terremoto en la Ciudad de México. Si me lo preguntan, puedo decir que recuerdo perfectamente el momento del temblor. En esa época estudiaba en la UNAM mi licenciatura, por lo que a la hora que nos sacudió el terremoto, estaba haciéndome el desayuno antes de salir. Recuerdo que estaba preparándome un sándwich cuando repentinamente sentí la sacudida del piso. Tardé solo unos instantes en percatarme de que estaba temblando, e inmediatamente dejé el sándwich sobre la mesa y fui a decirle a mis hermanos que estaba temblando. Obviamente todos lo sabíamos, porque todo el terremoto duró casi dos minutos de sacudida tras sacudida.
Ahora que fue el terremoto de Japón, recordábamos con los colegas nuestras memorias del temblor de la Ciudad de México, y todo mundo parecía tener los recuerdos super claritos y vívidos. Y entonces nos preguntábamos el porqué la memoria nos permitía registrar esos eventos de forma tan nítida, mientras otros recuerdos parecen ser mas opacados por el tiempo.
Y esto, ¿se puede estudiar científicamente?
Esta pregunta se la han hecho varios investigadores que han decidido abordarla experimentalmente. Ahora que, como uno nunca sabe cuando vendrá un evento de tales dimensiones que active los mecanismos para formar este tipo de recuerdos, pues estos laboratorios tienen sus formatos siempre listos para únicamente adecuarlos al evento en cuestión. Por ejemplo, Ulric Neisser y Nicole Harsh aprovecharon el accidente del 28 de Enero de 1986 de la nave Challenger, para aplicar sus cuestionarios. Este evento tuvo una cobertura nacional en vivo en los Estados Unidos, y fue la noticia de toda la semana. Todo mundo se preguntaba, y ¿tu como te enteraste de la explosión del Challenger?. En en la mañana del día siguiente a esta explosión, Neiser y Harsh aplicaron sus cuestionarios a muchos estudiantes, de los cuales 44 pudieron completarlo una segunda vez dos años y medio después.
Por ejemplo, uno de los estudiantes anotó: “When I first heard about the explosion I was sitting in my freshman dorm room with my roommate and we were watching TV. It came on a news flash and we were both totally shocked. I was really upset and I went upstairs to talk to a friend of mine and then I called my parents”. Sin embargo, dos años y medio antes, en la mañana inmediatamente después del accidente el mismo estudiante escribió “I was in my religion classs and some people walked in and started talking about it. I didn´t know any details except that it had exploded and the schooolteacher´s students had all been watching which I thought was so sad. Then after classs I went to my room and watched the TV program talking about it and I got all the details from that”. Después de analizar todas las discrepancias de los 44 sujetos que completaron ambos cuestionarios, Estos autores concluyeron que este tipo de recuerdos vívidos tipo flashbulb pueden estar equivocados, ya que incluso algunos sujetos había olvidado completamente su experiencia original, y por mas que los investigadores les daban claves de su escrito original, no podían recordarlo – aunque seguían teniendo un “recuerdo” vivido que según ellos era verídico. A este fenómeno los autores le llamaron “Phantom Flashbulbs”.
En un estudio mas reciente, Jennifer Talarico y David Rubin, de la Universidad de Duke corroboraron los hallazgos de Neisser y Harsh mediante un estudio realizado después de los atentados a las torres gemelas de Nueva York el 11 de Septiembre del 2001. En ese estudio publicado en Psychological Science en el 2003, encontraron algo sorprendente: los valores de que tan visceral era la emoción del evento correlacionaban con que tan preciso pensaban que era su recuerdo del evento meses después, mas no con que tan precisos o consistentes eran sus recuerdos realmente. Dicho en otras palabras, que tan vivido tienes un recuerdo depende de que tanta emoción tuviste en ese momento, aunque finalmente ese recuerdo puede no tener nada que ver con lo que realmente ocurrió.
O sea que la forma en que recuerdes tus quince años, tu primera declaración, o tu primer choque, no necesariamente concuerdan con la realidad. No importa que tan vívido sea tu recuerdo, mas vale que tengas una foto o un vídeo a la mano para cerciorarte que lo crees haber vivido, haya sido una realidad. Como decía Hacienda hace algunos años... papelito habla!.